Hay semanas que simplemente… no.
No llegas al entreno.
O llegas y estás espeso.
O todo te pasa por encima.
A veces es el trabajo.
O la falta de sueño.
O el simple hecho de estar en mil cosas a la vez.
En mi caso, ser padre desde hace dos años y medio cambió por completo mis ritmos.
Dormir poco, trabajar, intentar estar presente en casa, y aun así entrenar…
No es fácil. Cada clase es un pequeño esfuerzo extra.
Y a veces, cuando llego, no me queda gasolina ni para un solo roll.
Pero aún así, voy.
Porque estar ahí, aunque sea viendo la técnica, también cuenta.
Mi profesor me lo dijo una vez cuando estaba lesionado:
“Si no puedes entrenar, ven igual. Sentarte a ver también es parte del camino. Así también se aprende.” Cerrando con “this is the way”, recordando al lema de los mandalorians para echarnos unas risas.
Y tenía razón.
No estás compitiendo contra tu mejor versión.
Estás entrenando para ser alguien que no se rinde fácil.
Alguien que vuelve, aunque esté agotado. Que aparece, aunque no tenga el 100%.
Porque no todo progreso se nota en los agarres.
A veces, el verdadero avance está en seguir caminando incluso cuando vas con el tanque vacío.
Así que si esta semana fue dura, si no brillaste, si solo pudiste sentarte a mirar…
te lo digo con honestidad:
también estás progresando.
Nos vemos en el tatami,
— Greg